2010

El Totoya

Imagínate que dejas aparcado tu Toyota Yaris al lado de una frondoso árbol y que, después de hacer unos recados te encuentras con lo siguiente:

Tras desencajar tu mandíbula, mirarías hacia las altas ramas de dicho árbol, buscando los sólidos frutos que da en forma de piedras del tamaño de un meteorito, para después dar gracias de que no te hubiese pillado dentro.

A este Toyota no le falló el acelerador pero casi que hubiese sido mejor. Simplemente le cayó una piedrecita de un camión en el pueblo de Hayfield en Derbyshire Peak District (U.K.).

Fuente: Mirror.

La razón

Desde el trono de aquel que poseía la verdad, desplegaba sus hirientes palabras sobre los demás, desahogando aquellas otras penas cargadas de ira que no encontraban ninguna otra salida.

La soberbia emanaba de sus labios y nadie podía hacerle frente, pues era seguro que él poseía la razón, todo el mundo era consciente de ello. Pero no era justo ni equilibrado, pues aun estando en pleno derecho de poder reclamar su verdad como la única, ello no le daba ningún privilegio sobre los demás para hundirlos bajo su negra amargura.

Ausente se encontraba su humildad en aquellas intrincadas palabras que llenaban con gran sonoridad la estancia, como si todo fuese una excusa para dar rienda suelta a la violencia que, en otras circunstancias, hubiese estado fuera de lugar y le hubiesen hecho bajar del trono que tan orgulloso proclamaba como propio.

El progreso de Champi

Sin lugar a dudas, se trata de una criatura con un alto grado de virilidad acreditada por sus ronquidos, sus eructos, sus pelos en las piernas y su carácter rabioso. Si sigue por este camino, seguramente sus padres no necesitarán el walkie-bebé, los ronquidos contendrán los suficientes decibelios para ser escuchados en cualquier parte de la casa.

Crece bastante bien, 51cm de envergadura y 5 ligeros kilos, manteniéndose así en los límites superiores de su edad. Parece que empieza a distinguir mejor las cosas y las personas, siendo el champiñón que le regalamos lo que más le distrae. También ha comenzado a coordinar mejor con las manos y se agarra al pelo largo y a los escotes (ha salido espabilado…).

Lo divertido es que se puso de muy mal carácter un par de noches según contaban sus padres, tanto como para que se acojonasen de la mala leche con la que lloraba. Vamos que, si pudiese haber hablado, hubiese soltado tacos mientras los miraba fijamente.

Blanco nuclear

Es una regla básica que, cuanto más blanca y delicada es una prenda, mayor es su probabilidad de sufrir infortunios. Lo mismo pasa con esa tostada de mantequilla que vigilamos con exceso y que terminará cayendo al suelo, sobra decir que boca abajo.

Como si cuanto más queremos proteger algo, con mayor facilidad se es dañado precisamente por esa sobreprotección o por simple ironía de la vida.

Llegados a este punto quizás alguien pueda pensar en relaciones personales que se ven afectadas por esta misma ley, pero yo sólo hablo de camisas de esas que se pone uno para vestir el torso.

Para mi desgracia, sólo necesito ponerme una camisa en concreto para atraer todas las manchas estúpidas y reincidentes, como la que deja la pasta de dientes tras caer espumosa y rebelde desde mi propia boca o el fragmento imperceptible de chocolate que cae de un galleta y que se esparce como si te hubieses bañado en barro.

Lo peor es que, cuanto más miedo le coges a interactuar con algo, más torpe te vuelves en ello, por lo que la hora de la comida puede llegar a parecer la operación quirúrgica de un ojo por cómo coges los cubiertos.

Arreglando cosas

El mejor caso de todos es cuando un aparato deja de funcionar y tiene los días contados para acabar en la basura. Entonces lo coges, lo desmontas e intentas arreglarlo tranquilamente. Si lo arreglas quedarás sobradamente satisfecho y si no lo consigues, no pasa nada, iba a acabar en la basura de todas formas.

Pero qué pasa cuando el aparato medio-funciona, es decir, tiene un funcionamiento no óptimo o mermado. Si optas por ponerle remedio y meter tus manazas en las tripas del objeto en sí, te arriesgas a que deje de funcionar para toda la vida.

Algo de eso me pasó con mi equipo de música, el mismo que utilizo para escuchar todo aquello que sale de la tarjeta de sonido del ordenador. A modo de SGAE atrapó tres cd’s en su bandeja y no había forma de que los soltase. Para mi suerte eran copias de los originales, de lo contrario me hubiese dado un telele, para que después digan…

El equipo de música funcionaba perfectamente salvo por los cd’s que apenas usaba, pero aun así decidí meter mis manazas y desmontarlo completamente.



Le cambié una goma del motor (me costó 60 céntimo, un robo) que se había hecho trizas y tras medio-montarlo de nuevo (montaje en el que casi me secciono el dedo) lo probé de nuevo y vi que no funcionaba. En ese instante me acorde de la máxima en informática:

Si funciona no lo toques.

Menos mal que al montarlo completamente volvió a la vida (algo que mi hermana pequeña predijo), incluido el cargador de cd’s. Parece ser que necesitaba hacer contacto con la chapa metálica para trabajar correctamente.

También me acordé del día anterior, que había estado intentando crimpar un cable de red que funcionaba de casualidad y que quería que funcionase como debía y no porque quisiese. Casi dejo sin Internet a mi hermana pequeña (me hubiese matado) por culpa de la castaña de crimpadora de hace 10 años o los conectores RJ-45 de los chinos (vaya usted a saber).

Relato sin nombre – Parte 5

Relato sin nombre – Parte 1
Relato sin nombre – Parte 2
Relato sin nombre – Parte 3
Relato sin nombre – Parte 4

Se encontraba estirado en su sofá leyendo un libro que mezclaba humor ácido con fantasía, pero hacía ya un rato que era incapaz de absorber las palabras, simplemente pasaba por encima de ellas, así que lo cerró y lo dejó a un lado, echo su cabeza hacia atrás y reflexionó sobre aquello que ocupa su mente en aquel momento.

Recordaba situaciones pasadas con aquella chica que se fue hacía bastante tiempo atrás, pero donde más incidían sus recuerdos era en su forma de ser, sus cualidades, aquello que la hacía única y eso, efectivamente, era lo primero que a él le preocupaba.

Tenía miedo de no ser capaz de dejar de comparar cualquier otra chica que conociese con aquella que lo dejó en lo más alto de su montaña rusa de la felicidad. Temor a ser consciente, durante una relación de pareja, de que realmente existiese una mujer mejor para él en algún remoto lugar y más aun si un día, nuevamente, se presentase delante de él.

La conciencia le carcomía por dentro antes de encontrarse ante tal situación, después de todo, no quería rellenar su vacío con una mujer que sólo le sirviese para esperar a pasar a algo mejor, era algo que él no concebía, lo consideraba rastrero y un acto demasiado egoísta.

Un resoplido de agotamiento salió de su boca tras ver que se encontraba ante un problema que no tenía solución. La única forma que tenía de resolverlo era olvidar completamente el tiempo pasado o encontrar un alma gemela aun más insuperable. Y ambas opciones las consideraba rivales para el puesto número uno de los imposibles.

Predicar con el ejemplo

Las situaciones contradictorias me resultan chirriantes y son fruto, sobretodo, de personas que no son consecuentes. No me parece mal que alguien diga lo que supone que es correcto hacer y después haga todo lo contrario bajo un «Por que me da la gana», pues es obvio que cada persona tiene su propia escala de valores, en el que algunas veces puede predominar la autocomplacencia por encima de lo correcto (que esto daría para otro post). Lo que me resulta chirriante es la persona que interpone excusas para justificarse.

Podemos encontrarnos, por ejemplo, con alguien que apoya la homeopatía, los remedios naturales y que cree que los alimentos de hoy en día no hacen más que enfermarnos para beneficio de las farmaceuticas, pero es incapaz de dejar de hincharse a fumar bajo la excusa de «Peores cosas tomamos sin saberlo en los alimentos» y poniendo en duda que el tabaco sea causante de diversos cánceres.

También podemos conocer gente que te cuenta desde su sofá, con el porro en la mano, que la maría le ayuda a relajarse y facilitarle el estudio, pero se queda justo en la fase que viene antes de la de abrir el libro.

Pero, sin duda, el género de individuos más chirriante es aquel que critica, humilla e infravalora desde su posición ego-elevada a otros, sin darse cuenta de que ellos mismos son iguales, peores o, simplemente, de vidas totalmente diferentes. Lo que me recuerda el siguiente dicho popular:

Ver la paja en el ojo ajeno, y no la viga en el propio.

Lo divertido de esto es que la primera parte de este post me podría agregar al grupo de los del refrán.

El dilema del fin de semana

No sé cómo se llegó al tema, pero la pregunta estaba servida como cualquier otro plato de aquel restaurante wok. Nos adentrábamos en el mundo de lo asqueroso preguntándonos si nos comeríamos una manzana con gusano.

Uno de los argumentos a favor era el hecho de que el gusano, criado y alimentado en la manzana, tendría que saber a manzana y por tanto, no sería asqueroso. Pero esto era una suposición, nadie pudo verter experiencia en este punto.

No obstante, estuvimos de acuerdo en que una manzana con gusano era mejor que una manzana con medio gusano.

Monstruosidades

Bien es sabido que en la naturaleza, el mundo animal es bastante cruel y que muchas veces, por mucha astucia que tengas, no es suficiente para vencer a un adversario más fuerte y feroz.

De este hecho se han podido sacar innumerables fotografías que mostraban con crudeza las salvajes atrocidades que ejercían los más fuertes sobre los débiles. Leones atacando a gacelas heridas, leopardos desgarrando crías de cualquier especie y un largo etcétera.

Pero de entre todas ellas hay una que me sobrecoge cada vez que la miro. Dadle al botón «Show!».

Spoiler Alert





Viaje hecho

Este finde pasado fui a ver a Champi, como ya os comenté. El viaje, en tren finalmente, fue largo y cansino, con una cutre película que vimos empezar como 4 ó 5 veces (creíamos que nunca iba a terminar de empezar). Para colmo yo me llevé una película en el teléfono móvil que resultó ser una cutrez también, así que no hubo suerte de ver algo en condiciones. La próxima vez me llevaré el portátil, que debajo del asiento me percaté de la existencia de una toma eléctrica. Podría haberme dedicado a dormir, pero parece ser que, cuando es de noche, no consigo conciliar el sueño en transportes públicos.

Sin embargo, la vuelta fue ligeramente diferente. Aunque pusieron la misma película, al menos era de día y pude ver las cosas pasar, dormir un rato, escuchar música del iPod, decirle a mi hermana pequeña cada dos por tres a qué velocidad iba el tren y disfrutar de los golpes y berridos de los niños que estaban sentados justo detrás de mi.

De Champi puedo decir que se comportó como todo un campeón. Nos dejó dormir sin problemas la noche del viernes-sábado, dejó a su madre desayunar y comer tranquilamente y jugó con sus tíos al juego de «ignora a este par de tontos y haz como que miras algo detrás de ellos».

Claro que eso duró hasta el cambio de pañal de la tarde, a partir de ese momento le dio por llorar (parecía la sirena del ECTO-1 de los Cazafantasmas) y soltar alguna que otra embestida con la cabeza. En brazos se calmaba un poco, pero tampoco mucho. Así que lo escuchamos a lo largo de la noche del sábado-domingo.

Al menos su madre estaba contenta de que Champi no la dejase por mentirosa, pues ella afirmaba que su personalidad cotidiana era la de no dejarla descansar. A mi no me extraña porque le hice exactamente lo mismo a mi madre jiji.



Contribuyendo a la deforestación

Tuve una pelea el sábado por la noche que me ha pasado factura los primeros días de esta semana. La discusión empezó por causa del frío que hacía, pues mi edredón dijo que él se ponía como le daba la gana por mucho que lo agarrase de una u otra forma, y al final se salió con la suya dejando mi espalda al descubierto.

Así que he estado moqueando como un grifo abierto durante tres días, agarrado al rollo de papel higiénico con las dos manos, con la nariz colapsada y la mente enturbiada.

He gastado tanto papel que me siento hasta culpable, pero es que la gente no entiende eso de recoger los mocos directamente que caen de tu nariz en un cazo, parece ser que no es muy enrollao aunque sea mejor para el medio ambiente.

Menos mal que el solecito y los 20ºC que están haciendo ayudan a pasarlo en mejores condiciones.

Viajes

El hecho de ir a ver a Champi y desplazarse unos cuantos cientos de kilómetros es inevitable. Mi hermana pequeña me acompañará en esa tremenda aventura que en un principio, podría transcurrir a bordo de un avión o un tren. La compra de los billetes es algo que han dejado en mis manos, pero mi hermana pequeña me recomendó que fuese mirando brazos de repuesto si íbamos a ir en avión.

Parece ser que a mi hermana eso de los aviones no le va mucho, no le debe gustar la idea de verse a tropecientos kilómetros del suelo y escuchando el incesante sonido de los motores por si alguno se para. Para mi, sin embargo, es lo más próximo que voy a estar de probar el equivalente a la aceleración de un Bugatti Veyron, así que me resulta algo atractiva la experiencia.

Y ahora, con el regreso de Lost, aun lo tengo todavía más difícil para elegir el avión. Quizás, si hubiesen inventado brazos biónicos con bluetooth no me sería tan difícil dejar a mi hermana que retorciese el mío en el despegue y aterrizaje.



Telemarketing

Por la tarde, nada más llegar a casa, sonó el teléfono. Al responder, una señorita se presentó fugazmente y me informó que estaba haciendo una encuesta para determinar, en resumidas cuentas, la felicidad reinante en la ciudad. El diálogo fue algo así:

– ¿Le podría realizar algunas preguntas para llevar a cabo la encuesta?
– La verdad es que ahora mismo me encuentro ocupado.
– Bueno, dígame si le puedo llamar más tarde, estamos hasta las 9 de la noche.

En ese momento pienso «Mierda, si le digo que llame más tarde, realmente va a llamar más tarde». Así que puse en práctica un método (que aun tendré que pulir) que vi en una serie:

– Pues va a ser que no, mejor me deja su teléfono y ya la llamo yo cuando pueda.
– Muy bien, buenas tardes – me contesta rápidamente, tras lo cual colgó.



Nacimiento

A pesar de mis sugerencias y advertencias, Champi decidió, definitivamente, hacerse paso hasta este mundo ayer de madrugada. Ya sabéis, se empiezan con unas contracciones y, al cabo de unas horas, aparece un niño pidiendo teta.

Todavía no lo he visto, pero mi madre dice que tiene una mata de pelo negro en la cabeza a modo de rockero, pesa 3.460Kg, no está arrugado y tiene las orejas pegadas a la cabeza (nada de orejas de soplillo).

PD: mi hermana mayor se encuentra estupendamente, dentro de las circunstancias.
PD 2: a mi hermana pequeña ya le ha gruñido por teléfono.

La Celda 2

Si la primera parte ya fue de dudosa calidad, la segunda no os podéis hacer una idea. Me puse a verla por verla, en seguida me di cuenta de que era la típica película que ponen los sábados por la tarde: actores que intentan actuar, vestuario pobre, inexistente diálogo al igual que la banda sonora, efectos cutres, etc. Así que me puse a pasarla hacía delante y me encontré con un fail que me hizo reír a carcajadas. Seguramente lo único salvable de la película, cuando el malo le arrea con un hacha a un tipo:






Como podéis ver en la segunda foto, el tipo al que arrean con el hacha tiene la espalda tan curtida que dobla la hoja de la misma.