2011

The winter is coming y yo tengo un calentador ecológico

Mi calentador de agua, cuya fuente de energía emana de unas estupendas bombonas de butano color naranja, tiene especial cuidado con el medio ambiente y es consciente de lo derrochadores que son los seres humanos en cuanto a recursos naturales.

Es por todo esto que mi querido calentador de agua deja de proveerme agua caliente a partir del minuto y medio que el grifo está abierto. Con ello consigue un gran ahorro de agua, pues me toca cerrar el grifo al a penas caer una gota fría sobre mi piel.

Lo complejo del asunto es que, si quiero agua caliente de nuevo, debo abrir y cerrar el grifo tres veces más por periodos de tiempo muy cortos. Supongo que es una forma de indicarle al calentador que, de verdad de la buena, quieres usar agua caliente y que no la pides por equivocación. Obviamente, en esta nueva ocasión el periodo de tiempo se reduce al minuto.

Sin embargo, a pesar de la lógica aplastante de lo narrado arriba, parece que no se ajusta a la realidad y que el calentador detiene su funcionamiento al detectar que los gases no son evacuados de forma correcta. Quizás en el conducto de ventilación exista un nido de pájaros o quizás el sensor no anda muy fino. De todos modos me extraña que con la ventana abierta al lado tenga problemas de ese tipo.

El efecto pigmalión

Hasta hace un tiempo desconocía que las presiones que recibimos de forma externa y que parecen dictar lo que tenemos que hacer tuviese un nombre específico: efecto pigmalión.

Básicamente dice que te comportas de cierta forma porque es lo que se espera de ti. Las personas que te rodean como tu familia, tus amistades y el entorno contribuyen de forma importante en tu forma de ser y actuar.

Si una persona importante para ti espera que seas capaz de hacer algo y así te lo comunica (de una u otra forma), al final pondrás todo tu empeño en satisfacer esa meta y así conseguir la satisfacción personal de lograr la aprobación de esa persona.

Por otro lado, si esa misma persona importante realiza lo contrario, es decir, te transmite la imposibilidad de que seas capaz de conseguir algo, seguramente ni lo intentes.

Pero, lo que me parece curioso, es cuando se espera poco de una persona y, por ello, ésta se propone y logra superar esas expectativas a modo desafiante.

Y en todo esto los profesores tiene una herramienta importante para conducir a sus alumnos a las metas deseadas.

Ricos cutres

Es muy frecuente, a pesar de la época de crisis que vivimos, ver pasar coches caros (BMW, Mercedes, Porsche, etc.) conducidos por personas que, al volante, deciden usar el teléfono móvil con una mano cuando son llamadas y con las dos, poniéndolas sobre el volante, si es un mensaje de texto.

Siempre me asalta la misma pregunta a la cabeza: ¿por qué tienes dinero (más de 50 000€) para comprar un coche caro y no te instalas un sistema de manos libres o aprendes a usarlo? Y ¿por qué mandas un puñetero SMS que es más peligroso que una llamada? no irás a preocuparte por el saldo ¿no?

A ver si alguien me puede ayudar a entenderlo.

Aire acondicionado y agua

He utilizado un par de veces el aire acondicionado que está enganchando a una garrafa de agua de 8 litros y he podido comprobar la cantidad de agua que arroja en unas pocas horas, como unos 5 litros.

Así que he estado pensando que es tontería desperdiciar toda ese agua, a fin de cuentas es gratis (sin contar el gasto lumínico del aire acondicionado). Pero claro, no conocía bien su toxicidad, pues siempre he escuchado decir que era agua destilada.

Después de unas cuantas consultas por Internet he leído que el agua no está destilada sino que, al ser la recogida por la humedad del ambiente, contiene en su mayor parte polvo y grasa.

A fin de cuentas puede ser útil para fregar el suelo e incluso para regar las plantas (dicen que al no incorporar cloro es beneficioso pero hay que llevar cuidado porque no contiene minerales).

Por ahora no creo que me vaya a duchar con ese agua pero desde luego no la voy a tirar.

Doctor Zhivago

Me queda todavía un buen pedazo por ver, pero no me he podido resistir a poner el siguiente diálogo:

– Existen dos clases de mujeres, y tu no perteneces a la primera. Eres una golfa.
– No lo soy.

Y desde el sofá te quedas pensando: «Un poco sí ¿no?».

Tacones o alcohol

Parece tener dificultades a la hora de poner un pie detrás de otro, no sabes si su problema es que no sabe caminar con tacones altos o simplemente va borracha, pero ella camina decidida en dirección opuesta a la nuestra:

– ¿Tenéis un cigarrito?

Exacto, va borracha, su expresividad y pronunciación algo torpe no deja lugar a dudas. Nos preguntamos cómo llegará al final de la noche si tan sólo acaba de comenzar.

Los vecinos de arriba

Desde que me he mudado, uno de los mayores problemas que he tenido ha sido conciliar el sueño. He pasado de estar en la última planta a la penúltima y eso implica tener vecinos arriba.

Dichos vecinos no encuentran nada mejor que hacer en horas nocturnas que ponerse a mover muebles y, supuestamente, sodomizar a su perro.

Puedes llegar a suponer que se ponen a mover la mesa para cenar allá a las 23h y que después la vuelven a mover cuando recogen todo, pero los ruidos se extienden durante toda la noche.

El perro es otra historia, al pobre se le oye lloriquear y no se sabe si es porque lo asustan moviendo muebles o porque no encuentra otro modo de expresarse. Tentado me he sentido de llamar a protección de animales pero, llegado el momento, no sé si se llevarían al perro o a los dueños.

El pitocondrias

Como toda garantía actual dicta, al cabo de 2 años nuestro microondas murió, al parecer porque el magnetrón dejó de funcionar, pues el resto de cosas como el grill iban sin problemas.

Como ya os conté, su pitido era detestable y su substituto no fue mejor. Nuestro actual pitocondrias microondas, cada vez que finaliza, emite 5 pitidos en vez de uno. Parece que se empeñan en mejorar la impertinencia de los electrodomésticos.

Después está el problema de la botonera, que no hay quién la entienda con los símbolos tan raros que tiene impresos (para que después se quejen de cómo diseñamos los informáticos los formularios). Antes eran mucho más sencillos, con dos ruedas analógicas para potencia y tiempo, sin tonterías ni historias digicuánticas.

A este paso me veo tirando el microondas al suelo, pateándolo mientras, entre lágrimas de impotencia, le suplico que deje de pitar para que, en ese preciso momento, el tostador haga lo mismo y me induzcan a la locura. Después los vecinos acreditarían lo buena persona que era y que jamás hubieran pensado que fuese capaz de volverme amish.

Tiempo

Me dio por invertir las vacaciones del puente pasado en un viaje y ahora tengo un montón de cosas por hacer. Lo peor es que, cuando intento abordarlas, siempre sale alguna historia que corre más prisa y que me consume el poco tiempo libre que tengo, dejando intactas el resto de tareas pendientes.

Así que voy un poco de culo, esperando que se termine mayo sin que haya empezado.

Canciones

¿Sabéis de esas canciones que oyes y, a primera escucha, te gusta y la pones repetidas veces hasta que llega un punto en el que no la quieres volver a escuchar nunca más en tu vida?

Pero en cambio, otras muchas canciones te gustan indistintamente de las veces que las hayas escuchado, son tus favoritas. Quizás son para escucharlas en momentos concretos, para hacerlo de forma detenida y profunda, otras para rellenar el silencio sin prestarle más atención de la necesaria, pero ahí están, repitiéndose a lo largo de tu vida hasta el fin de la misma y que, aunque sean olvidadas por un tiempo, siempre son bienvenidas de nuevo.

Pues con las personas suele pasar lo mismo.

Orange juega sucio – Parte 3ª

Cuando todo parecía resuelto resultó ser lo contrario. Tras siete meses a que Orange se dignase a corregir los datos y llevando el caso a la Junta Arbitral de Consumo que derivaría en un juicio tras un año de espera, lo único que ha funcionado ha sido la picaresca española.

Tras leer en muchos foros, me percaté que la gente que tenía problemas para recibir llamadas de ciertos operadores era porque sus datos constaban mal en el registro de las compañías de telefonía. Yo tenía el problema inverso, recibía sin problemas las llamadas de todo el mundo pero mis datos eran incorrectos, lo que imposibilitaba mi portabilidad a otro operador. Así que utilicé eso a mi favor.

Llamé a Desatención al Cliente y, en vez de preguntar por mi incidencia abierta de hace medio año, abrí una nueva alegando problemas al recibir llamadas de compañías como Yoigo o Vodafone. No tardaron ni dos semanas en llamarme e indicarme que ya no debía tener más problemas al recibir llamadas pues, efectivamente, habían corregido mis datos en la CMT.

A la hacer esto me permitieron iniciar los trámites de portabilidad y ya tengo fecha para cambio de operador. Me han echo ofertas con teléfonos de última generación y descuentos en facturas de hasta un 40% sin tener que apretarles para que me quedase, pero se lo pueden meter por el…bolsillo, que lo que me han echo bailar y gastar en tiempo no me lo pueden reembolsar.

La felicidad postergada

Nos dicen que nos apliquemos desde pequeños, que trabajemos duro para tener un mejor futuro y que posterguemos la felicidad para más adelante, para cuando nos hayamos asentado en la vida, que siempre habrá tiempo para ser feliz y disfrutar del mundo.

Pero nadie nos dice que probablemente no te asientes en la vida jamás, que puede que vayas dando tumbos de aquí a allí, entre trabajos, estudios y demás presiones. Al final, lo único que puedes hacer es soñar con que un día tendrás «tu vida» y podrás sonreír cada mañana por haber conseguido aquello que tus padres deseaban por ti.

Pero ¿qué hay de lo que tú deseas o deseabas, qué sucede cuando trabajas con fuerza y no ves ningún resultado de vuelta, algo que puedas disfrutar? Lo más probable es que te hundas, porque seguramente te ves incapaz de alcanzar la perfección que se te ha puesto ante tus ojos y que nunca deja de ser cada vez mayor cuanto más cerca estás.

Disfruta de lo que tienes hoy, pero no pierdas de vista tu plan de futuro.

Remaches fuera

En episodios anteriores describí cómo algunas prendas eran expuestas a fuerzas extraordinarias sin inmutarse. Sin embargo, hoy os traigo un caso en el que esta resistencia ha sido vencida y, para más inri, lo he vivido en mis propias carnes, literalmente.

Uno de los remaches de mi vaquero salió disparado a velocidad de vértigo, surcó varios metros hasta impactar contra el suelo, por el que se deslizó con vehemencia intentando frenar a través del rozamiento con la superficie.

Mientras miraba con curiosidad cómo trazaba un arco en el aire y me preguntaba que ecuación podía describir mejor su movimiento, me percaté que aquello debía ser causa de la presión de mi persona (en estado sólido) sobre el pantalón vaquero. Ello podía ser un claro indicio de que mi masa corporal había excedido con creces lo soportado por aquella prenda, es decir, que podía estar más rollizo de lo normal.

Pero, para tranquilidad de todos, fue sólo causa de mi última costumbre de medio-poner las manos en los bolsillos, que ejerce presión sobre el pobre remache que se sitúa al final del mismo.