abril 2010

Melanocitosis dérmica congénita

O más ámpliamente conocida como mancha mongólica pues afecta hasta en un 90% a niños de raza negra, asiática y mestizos (nada tiene que ver con la enfermedad de síndrome de Down o mongolismo), consistente en una pequeña mancha de color azulado o gris pizarroso que se encuentra presente en un 15% de los niños de etnia blanca, situada en la parte inferior de la columna, zona baja de la espalda y nalgas.

No tiene mayor relevancia que la de una mancha que desaparece al cabo de los años, y a Champi le ha salido una, a modo de medalla al lloro persistente sin aparente motivo, que para medalla, la que deberían darle a su madre por la paciencia que tiene que tener con él.

Menos mal que, a sus casi casi tres meses de tiempo, ya empieza a interactuar con el mundo que le rodea o, al menos, ser un poco más consciente del mismo. La televisión ya le llama la atención y comienza a coger cosas para llevárselas a la boca. Supongo que, hasta que le salgan los primeros dientes, habrá un lapso de tiempo de mayor tranquilidad en la que la criatura se entretendrá más fácilmente y no llorará tanto. De todas formas, menos mal que todavía no se desplaza por propia voluntad.

Spoiler Alert





Relato sin nombre – Parte 6

Relato sin nombre – Parte 1
Relato sin nombre – Parte 2
Relato sin nombre – Parte 3
Relato sin nombre – Parte 4
Relato sin nombre – Parte 5

Una de esas fiestas a las que todo el mundo se auto-apunta y en la que nadie sabe con seguridad qué se está celebrando, pero la música suena y el alcohol discurre con facilidad, no hace falta nada más, ni motivos ni razones.

Allí estaba él con sus amigos, hablando de cómo acabaron la última vez en una fiesta por el estilo, tan alcoholizados que invitaron a los policías que los pararon a unas copas. Entre risas se distanció del grupo en busca de uno de esos sandwiches que en alguna parte distribuyen, que desaparecen al instante y que empiezan a convertirse en un mito. La gente no parecía mostrarse colaboradora, cruzar la sala suponía apartar y esquivar personas que se movían peligrosamente balanceando sus bebidas en un desafío hacia la mecánica de fluidos.

De entre todas aquellas personas que voceaban, que reían o que simplemente permanecían de pie, se encontró sin esperarlo con ella, la chica que se despidió de él hacía ya dos años, la que había marcado un antes y un después en aquel recóndito lugar donde guardaba lo más personal que tenía.

Ella también lo vio y, aunque él no apartó los ojos de su rostro ni un solo segundo, fue perfectamente capaz de discernir su brazo agarrando al de su acompañante masculino. Unos segundos de tensión donde el silencio inexistente pareció emerger para ambos.

Mantuvieron una escueta conversación de unos minutos, distanciada, simbólica e insulsa pues el momento no era el adecuado para ponerse al día, había demasiado ruido, gente de más y un supuesto novio presente y atento a las palabras y gestos que aquellos dos intercambiaban. Se despidieron como amigos ocasionales y cada uno volvió a lo suyo.

Se sintió contento de haberla visto de nuevo, estaba espléndida y en sólo unos segundos fue capaz de recordar aquello que tanto le gustó de ella, esa forma apacible de aguardar sus palabras, como si fuese capaz de esperar eternamente a que él pudiese encontrar la palabra perfecta para expresarse. Se recordó así mismo lo difícil que era encontrar a alguien que te escuchase de esa forma, pero tampoco la añoró por ello, en realidad no experimentó ningún sentimiento de tristeza por su reencuentro, algo que, algún tiempo atrás, no hubiese sido igual.

Atrás quedaron sus noches llenas de pensamientos confrontados, cargados de sentimientos que perduraban más allá de su voluntad y que tantos altibajos emocionales le causaron en su vida cotidiana. Le costó su tiempo aceptar las cosas y más aun sacar fruto de ello, todo esto mientras se reincorporaba a su antigua vida en solitario y recuperaba el devaluado valor de sus objetivos en la vida.

Quizás por esto último no se sintiese completamente satisfecho consigo mismo, no sentía haber avanzado en su pequeña existencia, sólo percibía haber aprendido lo que era capaz de recibir y dar, comprobando sus límites, saboreando el agridulce mundo que se crea entre dos personas realmente unidas.

– Podría estar reflexionando durante horas sobre mi mismo pero seguiría sin encontrar los dichosos sandwiches, damn.

El Totoya

Imagínate que dejas aparcado tu Toyota Yaris al lado de una frondoso árbol y que, después de hacer unos recados te encuentras con lo siguiente:

Tras desencajar tu mandíbula, mirarías hacia las altas ramas de dicho árbol, buscando los sólidos frutos que da en forma de piedras del tamaño de un meteorito, para después dar gracias de que no te hubiese pillado dentro.

A este Toyota no le falló el acelerador pero casi que hubiese sido mejor. Simplemente le cayó una piedrecita de un camión en el pueblo de Hayfield en Derbyshire Peak District (U.K.).

Fuente: Mirror.

La razón

Desde el trono de aquel que poseía la verdad, desplegaba sus hirientes palabras sobre los demás, desahogando aquellas otras penas cargadas de ira que no encontraban ninguna otra salida.

La soberbia emanaba de sus labios y nadie podía hacerle frente, pues era seguro que él poseía la razón, todo el mundo era consciente de ello. Pero no era justo ni equilibrado, pues aun estando en pleno derecho de poder reclamar su verdad como la única, ello no le daba ningún privilegio sobre los demás para hundirlos bajo su negra amargura.

Ausente se encontraba su humildad en aquellas intrincadas palabras que llenaban con gran sonoridad la estancia, como si todo fuese una excusa para dar rienda suelta a la violencia que, en otras circunstancias, hubiese estado fuera de lugar y le hubiesen hecho bajar del trono que tan orgulloso proclamaba como propio.

El progreso de Champi

Sin lugar a dudas, se trata de una criatura con un alto grado de virilidad acreditada por sus ronquidos, sus eructos, sus pelos en las piernas y su carácter rabioso. Si sigue por este camino, seguramente sus padres no necesitarán el walkie-bebé, los ronquidos contendrán los suficientes decibelios para ser escuchados en cualquier parte de la casa.

Crece bastante bien, 51cm de envergadura y 5 ligeros kilos, manteniéndose así en los límites superiores de su edad. Parece que empieza a distinguir mejor las cosas y las personas, siendo el champiñón que le regalamos lo que más le distrae. También ha comenzado a coordinar mejor con las manos y se agarra al pelo largo y a los escotes (ha salido espabilado…).

Lo divertido es que se puso de muy mal carácter un par de noches según contaban sus padres, tanto como para que se acojonasen de la mala leche con la que lloraba. Vamos que, si pudiese haber hablado, hubiese soltado tacos mientras los miraba fijamente.