empaste

El dentista

Cuando creía que todo había terminado mi hermana pequeña me miro y me dijo «Pues va a ser que tienes retracción de las encías«. Así que acabamos en el dentista.

Cuando me llamaron me hicieron sentarme en el sillón de las reparaciones bucales y antes de que pudiera decir nada ya me habían metido dos manos en la boca, diagnosticado 3 caries y encargado una radiografía. En cuanto pude mencionarle lo de las encías, me miró y me dijo que no era alarmante, que utilizara un cepillo más suave, que cepillara de arriba a abajo y que no lo hiciese con mucha fuerza. Después de todo, según me contó, se podía hacer un implante de mi propio paladar para cubrir la zona al descubierto pero que sería mejor ver cómo progresaba.

Al cabo de unos minutos me presentaron el presupuesto que ascendía a unos cuantos cientos de euros y que me hizo pensar en lo caro que era el metro cuadrado en mi boca.

La primera intervención fue para empastarme una muela que estaba bastante afectada por dentro aunque no sentía molestias. La dentista me tuvo que pinchar 3 ó 4 veces porque se me dormía parte de la lengua pero no había signos de lo que lo hiciera el labio, que parecía ser el importante. Me hizo el empaste pero me dijo que habría que desvitalizar la muela y que lo veríamos con el doctor la próxima vez. Así que me fui a casa con media cara dormida y balbuceando. Tuvieron que pasar 3 horas hasta que recobré la sensibilidad de la cara, no sin antes dejarme con dolor a la hora de abrir la mandíbula, para variar.