agosto 2010

Cimentando las calles por la mañana

El siguiente camión hormigonera debe ser de los que se encargan de poner las calles por la mañana, basta decir que nunca había visto uno de ellos. Sin duda la crisis se extiende por todos los sectores y el de la construcción es uno de los mayores afectados, tanto como para racanear en la mezcla del cemento y que te hundas con él.



Sucedió en Los Ángeles, en un rampa donde el camión rompió una tubería de agua al caer, vertiendo el hormigón que le quedaba en el interior del agujero.

Vía Jalopnik.

Castillo de naipes

A veces, una pequeña frase o un pequeño gesto da pie a que, en nuestro interior, se empiece a construir un gigantesco castillo de naipes lleno de maquinaciones infundadas. Todo ello no hace más que llevarte a los malentendidos y, a partir de ahí, las cosas sí se ponen serias sino se aclaran rápidamente.

Dependiendo de la persona, ese castillo se vendrá a bajo con un poco de raciocinio pero en otras, en cambio, los naipes estarán unidos con pegamento y hará falta algo más persuasivo que argumentos simplemente razonables.

Por ejemplo, la mala interpretación de un gesto facial de una persona A puede llevar a una persona B a creer que es despreciada y esto, a su vez, hará que el resto de acciones de la persona A esté condicionado a entrar en la misma categoría de «sentirse despreciado» de la persona B. Pero ¿realmente era un gesto de desprecio?

Lo más curioso a mi parecer es el crecimiento de esa fortaleza en el sujeto, el cómo se unen los pequeños detalles para formar una realidad distorsionada pero completamente defendible por aquella persona que la siente en su interior.

Pararse a pensar objetivamente, preguntar a terceras personas y ser claro consigo mismo y con los demás, quizás sean buenos ingredientes para que ese castillo de naipes no acabe siendo una muralla más ante los demás.

Otros temas relacionados a tratar podrían ser la falta de confianza en si mismo, la dependencia de la opinión de los demás y el miedo al rechazo social, pero igual esto se hace muy rollo para el mes de agosto.

Campus Party 2010

Este año volví a acudir a Campus Party donde, por una semana, se concentran un gran número de personas con sus ordenadores. Es la cuarta vez consecutiva que acudo y la última.

Han mejorado algunas cosas con respecto al año pasado pero hay otras que han caído en picado (número de personas, contenidos, etc.) o que simplemente no puede controlar la organización (el civismo de las personas).

Siempre acudo con la idea de poder desenchufar de la vida cotidiana, ir a mi rollo y poder estar tranquilamente haciendo lo que quiero con el ordenador, pero es imposible llevarlo a cabo, sobretodo la última parte.

En los últimos años la Campus se ha ido llenando de gente que se dedica a gritar de forma reiterada (al borde del colapso cardíaco), utilizar megáfonos o hasta vuvuzuelas de tal forma que te es imposible escuchar una simple película.

Si a esto último se le suman unas cuantas cosas más como el que la gente arme alboroto en la zona de acampada, exclusiva para dormir, pues terminas la semana con los nervios destrozados.

Así que ahí se quedan.