Un dulce examen práctico

Los actores: un amigo, un profesor y yo.

El lugar: laboratorio de prácticas con ordeñadores PentiumD nuevecitos.

La causa: un examen práctico de programación de una hora de duración sobre estructuras de datos.

Todo el mundo en su ordenador haciendo el examen y al finalizar la hora el profesor dice: «Dejad de teclear, teneís 3 minutos para hacer la entrega» (hacer la entrega es comprimir tus ficheros de código fuente en .tgz y subirlo mediante una web).

Fale, yo que no me acuerdo del comando para comprimir en tgz, porque no comprimo todos los días, decido coger el Ark y crear el fichero comprimido de forma visual. Mi amigo sin embargo, se pone nervioso porque el «señor» profesor realiza una compresión del espacio/tiempo y sólo quedan segundos antes de que nos eche.

Entonces mi amigo me pregunta cómo comprimir aquello, que no se acuerda del comando ni del programa ni de su nombre y yo le digo sin ningún tapujo y en voz normal que ejecute el Ark y que lo comprima con él, todo esto con el profesor a 1,43m de distancia. En ese momento, el profesor nos mira y dice con voz profunda, autoritaria y seria (juas juas):

Profesor: ¿Qué le estás diciendo?
Yo: Pues el programa que tiene que utilizar para comprimir, es que no se acuerda del comando…
Profesor: Tú no le tienes que decir nada, te podría suspender ahora mismo ¿sabes? – alzando la voz y sacando pecho, con toda la intención en sus ojos de querer suspenderme.

En ese momento a mi se me para el tiempo, me quedo con cara de idiota y en la pausa pienso para mi: «Pero este tío es gilipo**as, ni que le estuviese diciendo el algoritmo que resuelve el examen a 10 segundos de la entrega…. y encima en plan arrogante y prepotente para variar, como si fuese un dios que te puede matar en un segundo…..». Quiero añadir que ese pensamiento fue bajo la presión de una situación incómoda con un profesor incómodo. Una décima de segundo después, tras pensar que mi posible aprobado estaba en juego, preferí tragarme el orgullo y disculparme por ser un bocas:

Yo: lo siento, es culpa mía, no debía haber dicho nada, lo siento.
Profesor: si es que no entiendo por qué tienes que decir nada, que no sepa cómo comprimir es problema de él no tuyo. Además si tú ni si quiera sabes comprimir – refiriéndose a mi amigo – no sé a qué has venido aquí bla bla bla bla bla bla…

Lo más curioso de esto fue lo fácil que me resultó pedir perdón aunque me hubiese alzado la voz de forma tan desagradable y desafiante. Inclusó me dió la impresión de que se sorprendió cuando vió que no le repliqué y eso le ayudó a subir un peldaño más en su arrogante discurso.

Para que os hagais una idea, este hombre tiene el ego tan subido que insulta a sus alumnos con anuncios en la web de este estilo (y no he podido encontrar la otra perla que insinuaba que eramos analfabetos):

La revisión del examen de prácticas es el jueves 15 de junio a las 9 horas en el aula SIN01 (Sótano Politécnica IV).

¿Qué se considera revisión?
– Ver como se ha corregido y calificado el examen.
– Comprobar si se ha cometido un error en el proceso anterior.

¿Qué no se considera revisión?
– Explicar al profesor las razones de que el examen no esté bien.
– Intentar convencer al profesor de que el examen está bien, aunque el resultado no sea el correcto.
– Suplicar al profesor que modifique el código y vuelva a corregir el examen.
– Llorar al profesor e intentar dar lástima

A lo mejor lo escribe en clave de humor para que nos lo tomemos con gracia, pero me temo que el único que se debe reir es él, porque lo único que me hace gracia de él es cuando adopta poses en clase de teoría delante de las chicas de primera fila…..en serio, es para verlo.

PD: según recientes informes, hace dos años, cuando este profesor no se engominaba el pelo aprobaba a la gente con buena nota y mediana facilidad. Los rumores indican que seguramente la gomina le ha penetrado en el cerebro o se la empezó a poner después de iniciar una relación con una mujer (algo que explicaría su súper-ego….vaya, un nuevo X-Men).