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El relojero ocioso

Cuando se me terminó la pila del Lotus me dije «Bueno, si he podido cambiar la del Casio, digo yo que podré con este también». Así que, como buen internauta que soy, investigué con la ayuda de Google buscando la mejor forma de destripar el reloj analógico sin causarle daño y es que, cuando algo no tiene tornillos a la vista me pierdo.

Al final, fui a parar a un blog de gente aficionada a coleccionar toda clase de relojes y fue allí donde me enteré de varias cosas. La primera de ellas fue que no todos los relojeros hacen un buen trabajo, hay algunos que te dejan la tapa trasera del reloj rayada de los intentos de abrirlo. Y la otra cosa fue que el Lotus tenía un cierre con unas gomitas que lo hacían estanco para evitar la condensación en su interior y que era mejor llevarlo a un relojero o al servicio técnico (todo por una pila que apenas dura 2 años…).

Fui a un relojero del que me habían hablado bien. Lo que más me llamó la atención es que el pobre tenía una prisa tremenda en despacharme para sentarse de nuevo en el ordenador (seguramente estaría jugando al parchís online). Le mencioné mi preocupación de que resultase dañado por lo que había escuchado y el me dijo que estuviese tranquilo que llevaba en la profesión 100 años o más, milenios, de antes de los relojes de sol y antes incluso que el sol.

Volví al lunes siguiente por la mañana y me dijo que aun no lo tenía (fui un sábado), que volviese por la tarde y se sentó de nuevo con prisa en su ordenador. Yo me mosqueé porque le había visto buscar mi reloj entre 4 que tenía por allí, que vamos, que no parecía tener mucha carga de trabajo.

Así que volví el día siguiente y me llevé mi reloj en perfecto estado, con pila nueva, o eso creía. Resulta que el cronómetro, cuando se tenía que poner a cero, no dejaba el secundero cuadrado en el 12, sino que lo dejaba un poco antes. Así que pensé que sería una tontería por lo que volví y se lo dije. Cuando lo vio me dijo que eso era algo que podría haber solucionado yo mismo si me hubiese leído el manual, que era un poco tonto si no lo había hecho, a lo que le dije que el manual lo leí el primer día que me lo regalaron, que cómo me iba a acordar, que enseguida lo relacioné con el cambio de pila.

Se ve que no le gustó cargar con la culpa, que para la estupidez que era no resulta ser un problema. Pero la prepotencia y el trato estúpido se le desbordaba por la boca y me hizo pensar en cómo había conseguido mantener su negocio por más de un año seguido. Que no me espere para el próximo cambio de pila y que cuando el router le deje sin conexión para su parchís online le manden buscar el manual.