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Proyectos propios

Trabajar es trabajar, muchas veces no lo haces por gusto sino por necesidad. Por eso, muchas veces pienso en lo gratificante de llevar adelante tus propios proyectos sin pensar en tiempos de entrega, en monetizarlo ni en nada más que el simple hecho de disfrutar con ello. Llevo mucho tiempo sin hacerlo porque tengo remordimientos de emplear tiempo en esa clase de proyectos y quitárselo a otras cuestiones que tienen mayor relevancia para mi futuro.

Aquí es donde llega el problema: quiero hacer A para disfrutarlo pero tendría que hacer B para mejorar mi futuro, por lo que no hago ni A ni B y acabo haciendo C para apaliar la sensación que me producen ambas. ¿Tiene lógica? Muy en el fondo lo tendrá pero, igualmente, me causa una fuerte sensación de procastinación que no me deja descansar la mente y voy día tras día trasladando esa sensación de culpabilidad.

¿Por qué no hacer B de una vez y dejarlo aparcado? Porque nada me promete que emplear todo mi tiempo en sacar B vaya a dar sus frutos. De ahí que acabe replanteándome mi devenir, algo que hace que me refugie en C.

Tiempo libre

Cuando estás llevando a cabo numerosas tareas que parecen no tener fin, no haces más que imaginarte qué estarías haciendo si tuvieses tiempo libre. Sin embargo, cuando dispones de ese tiempo, decides malgastarlo sin saber qué hacer, navegando sin rumbo entre páginas webs que no te aportan nada, consultando tontamente el móvil y con una profunda sensación de vacío.

Muchas veces es difícil encontrar la energía necesaria para proponerte un proyecto nuevo a desarrollar en tu tiempo libre. La falta de motivación es el peor aliado que puedes encontrar en el aburrimiento.