malentendido

Castillo de naipes

A veces, una pequeña frase o un pequeño gesto da pie a que, en nuestro interior, se empiece a construir un gigantesco castillo de naipes lleno de maquinaciones infundadas. Todo ello no hace más que llevarte a los malentendidos y, a partir de ahí, las cosas sí se ponen serias sino se aclaran rápidamente.

Dependiendo de la persona, ese castillo se vendrá a bajo con un poco de raciocinio pero en otras, en cambio, los naipes estarán unidos con pegamento y hará falta algo más persuasivo que argumentos simplemente razonables.

Por ejemplo, la mala interpretación de un gesto facial de una persona A puede llevar a una persona B a creer que es despreciada y esto, a su vez, hará que el resto de acciones de la persona A esté condicionado a entrar en la misma categoría de «sentirse despreciado» de la persona B. Pero ¿realmente era un gesto de desprecio?

Lo más curioso a mi parecer es el crecimiento de esa fortaleza en el sujeto, el cómo se unen los pequeños detalles para formar una realidad distorsionada pero completamente defendible por aquella persona que la siente en su interior.

Pararse a pensar objetivamente, preguntar a terceras personas y ser claro consigo mismo y con los demás, quizás sean buenos ingredientes para que ese castillo de naipes no acabe siendo una muralla más ante los demás.

Otros temas relacionados a tratar podrían ser la falta de confianza en si mismo, la dependencia de la opinión de los demás y el miedo al rechazo social, pero igual esto se hace muy rollo para el mes de agosto.