2016

Mi amor por Windows 10

Un sistema operativo ligero, gratuito si ya disponías de una licencia de un Windows anterior y puntero tecnológicamente.

Se instala como si fuese una actualización más del sistema, tan fácil como descargarse e instalarse manteniendo tus ficheros y tus programas. Es más, muy probablemente el sistema detectará tus patrones de comportamiento y utilizará aquel instante en el que no utilizas el ordenador para hacer una actualización automática, para que te lo encuentres hecho cuando vuelvas.

Incorpora un asistente personal, la señorita Cortana que registrará toda aquella información que resulte relevante para sus funciones para así asistirte de la mejor forma. Y qué decir del incremento de rendimiento en los juegos y el soporte para la última versión de DirectX.

Integración total con tu cuenta de correo electrónico y una mejor unificación de plataformas (móvil y de escritorio).

¿Qué podría salir mal? Pues para empezar, la casi obligatoriedad de tener que instalar Windows 10 debido a los constantes avisos de actualización o incluso por iniciativa propia del sistema que, porque le da la gana coge y se instala si te descuidas. Algunos podría decir que esa característica se puede desactivar, pero qué va a saber el usuario de a pie cómo hacerlo. Otros podrían decir que es una mejora en todos los sentidos, que no tienes por qué oponerte al cambio. De ahí mi siguiente punto.

Si tengo algún periférico antiguo o algún componente interno sin soporte para Windows 10, pues me quedo sin él. Si utilizo algún programa antiguo específico para mi labor, pues siempre puedo probar suerte con el modo de compatibilidad o quedarme sin él.

No todos somos iguales, puede que no todos entremos en la clasificación viejuna anterior. En lo que sí que coincidimos la mayoría es en querer utilizar el ordenador cuando lo encendemos. Parece lógico ¿verdad? Bien, pues al señor que diseñó el sistema de actualizaciones del sistema operativo entendió que tenía prioridad lo suyo a lo nuestro. Así que cuando veáis que la barra de inicio no responde forma adecuada o que empieza a tener un comportamiento errático, es muy probable que necesites reiniciar el equipo para que las actualizaciones tengan oportunidad de terminar de instalarse.

La seguridad es un factor importante y podemos pensar que lo anterior está hecho pensando en la preservación de los datos del usuario que no querrá que ningún hacker se aproveche de una vulnerabilidad para violar su privacidad, que para eso ya está Cortana y el punto 3 de la licencia de uso de Windows 10 donde te comunican brevemente aquello de «si es gratis es porque el producto eres tú».

Así que animo a todo el mundo a ser dueño de su ordenador y de lo que instala 😉

Punto y aparte

Múltiples salidas y opciones. Todas ellas te dan la sensación de otorgarte algo mejor, algo distinto, pero en tu interior quieres pensar que no es así, que ningún cambio hará que las cosas vayan a mejor, que todo es una ilusión.

¿Cuánto cuesta poner un punto y aparte en tu vida? Un punto de inflexión que cambie el rumbo de tu existencia acarrea alteraciones más allá de tu propio yo, afecta a las personas de tu alrededor. Ser capaz de llevarlo a cabo aún siendo portador del sentimiento de culpabilidad que todo ello conlleva no es fácil, es una carga muy pesada.

¿Y el fracaso? El mirar atrás y ver que aquello que tenías era mejor, que no conseguiste obtener aquello que ansiabas y destrozaste todo lo que habías construido. Ese es un precio muy alto, mayor del que más de uno querría pagar.

Quizás es momento de averiguar cómo llegaste hasta ese punto, ver el error que cometiste para desear un punto y a parte.

La mala suerte

¿Existe la mala suerte?

Ésta es una pregunta controvertida, como del estilo de «¿Existe el destino?» o «La tortilla ¿con cebolla o sin ella?». Aunque para algunos estas preguntas tienen una respuesta clara, a veces ciertas situaciones nos hacen dudar. Y no hablamos de los típicos personajes con suerte que ganan la lotería y que ostentan cargos políticos, no, hablamos de gente con una flor en el culo (los agraciados) y aquellos que nacieron estrellados (los pringaos).

Podemos pensar que aquellos que no tienen éxito en sus acciones es porque no se esfuerzan lo suficiente, porque no son lo suficientemente precavidos o porque no saben arriesgar en el momento oportuno. Pero qué ocurre cuando son factores externos los que intervienen en la vida de estas personas y dicen «Hola, soy un factor externo y vengo a hacerte agonizar. Porque sí.». Y no ocurre una ni dos veces, es un flujo continuo que te hace olvidar aquella sensación de cuando algo sale bien.

Por otro lado, admitir que existe la suerte o la carencia de ésta sería casi casi como decir que crees en el destino y eso sí que da para escribir un libro.

El temor

Puedes pasar horas con la mirada puesta en el infinito, con la mente entumecida en otro lugar, lejos de aquella habitación que sólo te recuerda la soledad de tu vida y con un bullicio de ideas y recuerdos que no hacen más que ahogarte en un mar de penas por todo aquello en lo que te equivocaste y que no conseguiste. No crees en ti ni crees que merezcas nada, pues todo lo que obtienes acaba bajo esa maldición que te persigue y sabotea todo aquello que disfrutas.

Sin embargo, aún conservas algo que hace que todo sea más llevadero, que te rescata de tus tinieblas y que te arranca una sonrisa. De ahí el temor a perderlo, a no ser capaz de conservarlo y que el tiempo, finalmente, se lo lleve como tantos otros muchos elementos que han conformado tu vida.