desmontar

Arreglando cosas

El mejor caso de todos es cuando un aparato deja de funcionar y tiene los días contados para acabar en la basura. Entonces lo coges, lo desmontas e intentas arreglarlo tranquilamente. Si lo arreglas quedarás sobradamente satisfecho y si no lo consigues, no pasa nada, iba a acabar en la basura de todas formas.

Pero qué pasa cuando el aparato medio-funciona, es decir, tiene un funcionamiento no óptimo o mermado. Si optas por ponerle remedio y meter tus manazas en las tripas del objeto en sí, te arriesgas a que deje de funcionar para toda la vida.

Algo de eso me pasó con mi equipo de música, el mismo que utilizo para escuchar todo aquello que sale de la tarjeta de sonido del ordenador. A modo de SGAE atrapó tres cd’s en su bandeja y no había forma de que los soltase. Para mi suerte eran copias de los originales, de lo contrario me hubiese dado un telele, para que después digan…

El equipo de música funcionaba perfectamente salvo por los cd’s que apenas usaba, pero aun así decidí meter mis manazas y desmontarlo completamente.



Le cambié una goma del motor (me costó 60 céntimo, un robo) que se había hecho trizas y tras medio-montarlo de nuevo (montaje en el que casi me secciono el dedo) lo probé de nuevo y vi que no funcionaba. En ese instante me acorde de la máxima en informática:

Si funciona no lo toques.

Menos mal que al montarlo completamente volvió a la vida (algo que mi hermana pequeña predijo), incluido el cargador de cd’s. Parece ser que necesitaba hacer contacto con la chapa metálica para trabajar correctamente.

También me acordé del día anterior, que había estado intentando crimpar un cable de red que funcionaba de casualidad y que quería que funcionase como debía y no porque quisiese. Casi dejo sin Internet a mi hermana pequeña (me hubiese matado) por culpa de la castaña de crimpadora de hace 10 años o los conectores RJ-45 de los chinos (vaya usted a saber).